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febrero 14, 2023
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new technology

¿El metaverso pierde el juicio?

Todos recordamos el día que Prince decidió quitarse el nombre y sustituirlo por un icono, a partir de lo cual, el show business pasó a llamarle “el artista antes conocido como Prince”.

La operación de branding emprendida por Mark Zuckerberg al rebautizar Facebook bajo el nombre de Meta remite a aquel momento de la música pop. ¿Por qué? Pues, porque el emprendimiento sufre contrastes entre la máxima exposición y algunos descensos pronunciados. La realidad de Facebook también es virtual pero tangible a través de 2.960 millones de usuarios y al fantasma del metaverso le falta recorrido para llegar a tener el mismo protagonismo.

En un primer momento se pensó que el movimiento de Zuckerberg era una estrategia de marca extremadamente radical para diluir los daños que causó la invasión a la intimidad de los usuarios de FB, lo cual le obligó a comparecer ante el Congreso de los Estados Unidos. Pero en poco tiempo esta maniobra puso en primer plano un proyecto en avanzado proceso de desarrollo, ya que consiguió resultados de negocio espectaculares y ha concitado la atención de todas las tecnológicas y, fundamental, los mercados.

 

Microsoft ha sido una de las primeras empresas en aliarse con Meta para integrar esta tecnología a Office 365 los cascos de realidad virtual Quest y desarrollar una versión de Teams en el metaverso. La lista de colaboradores, partners y desarrolladores de primer nivel es infinita: Google, Nvidia, Amazon, Tecent Holdings, Nike y siguen los nombres.

Si Meta es una ampliación del campo del mercado, en este caso virtual, donde le podemos comprar un bolso de Gucci a nuestro avatar, también lo es en la vida terrenal donde se tiene que hacer cargo de las pérdidas. Muchos son los millones perdidos por Meta en las bolsas en los últimos meses y los expertos opinan que es por no haber diversificado las inversiones en Inteligencia Artificial. Es fácil decirlo: la IA, también como el Guadiana, tuvo muchas suertes a lo largo del tiempo.

 

Pero al margen del vaivén, el metaverso avanza en los lugares más insospechados. Uno de ellos, bastión conservador por antonomasia, el sector legal. Los grandes despachos ofrecen desde el primer momento asesoría y acompañamiento a sus clientes que se vinculan al metaverso con una pericia absoluta en un terreno en el que aún no existe jurisprudencia.

Abramos una digresión: es la tecnología y su irrupción cotidiana, adelantando y mucho a la estructura jurídica y a la capacidad legislativa de los Estados, lo que ha convertido a un sector tradicional en un actor social absolutamente dinámico, evolutivo y transformador: del status quo a la disrupción.

Pero lo curioso es que no son pocos los grandes despachos internacionales que ya operan en el metaverso. Arent Fox ofrece sus servicios virtualmente en el metaverso desde el año pasado y firmas como Falcon Rappaport & Berkman PLLC y Grinhaus Law adquirieron parcelas en Decentreland, una plataforma argentina de metaverso donde han invertido JP Morgan y Coca-Cola, entre otras compañías.

En España son dos, de momento, los despachos que ya reciben clientes en metaverso: Aránguez Abogados, el primero en nuestro país en abrir una oficina en este universo virtual y Vicox Legal, firma pionera en servicios relacionados con tecnología blockchain y criptoactivos.

El sector jurídico se ha incorporado de pleno a la transformación digital y ante el metaverso también reacciona con músculo, atendiendo la posible oportunidad de negocio y ampliando su servicio a través de la evolución de las leyes que lo regirán.

No hay que caer en el adanismo de aquellos que al ver temblar el Nasdaq en el 2000 aseguraron que internet era un bluf. El metaverso no lo es, aunque, de momento, es una segunda vida de Second Life (¿la recuerdan?) y nada indica que tenga que perecer.

Pero, hoy por hoy, así como un ícono es el artista conocido como Prince, Meta no es más que una marca detrás de la red a la que todos llamamos Facebook.

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